«Amaos los unos a los otros como yo os he amado», ha sido el nuevo mandamiento que Jesús dejó a sus discípulos.

Un desafí­o mayor que el primero, pues no basta con cumplir una regla o una norma, sino que es una llamada a intentar vivir dando la propia vida por los demás. Dando nuestro tiempo, nuestro conocimiento, nuestra disponibilidad, nuestra escucha, nuestra comprensión, nuestro cariño, nuestro esfuerzo, nuestra simpatí­a…todo lo que está en nuestra mano, por amor y con amor a los demás. Pero el desafío no es hacerlo como una norma, sino hacerlo con voluntad y amor porque de verdad los amo.

Empezando con pequeñas cosas: una llamada, un café, una oración… hasta ir conquistando con amor y libertad otras acciones en nuestra vida. Esto es lo que celebramos hoy, Jueves Santo, dí­a del amor fraterno.