Hay una historia maravillosa de amistad en la Biblia. Aquella de cuatro amigos que, conociendo que Jesús estaba en su ciudad, se deciden a lleva su amigo paralítico ante Jesús.

Sin embargo, en esta misión, estos amigos se encontraron un problema: la casa donde se encontraba Jesús estaba llena de gente. Tantos que no quedaba sitio ni en la puerta.

Pero estos amigos no se rindieron. Buscaron una solución: juntos levantaron el techo y descolgaron a su amigo paralítico justo donde estaba Jesús predicando.

¿Qué sucedió después?

Pues justo después no hubo escándalo por un techo roto. Jesús viendo la fe de sus amigos obró el milagro de sanación al paralí­tico que le mandó coger su camilla y salir. Y así­ fue.

Esta persona habí­a vivido muchos impedimentos en su pasado, sin la posibilidad de hacer vida normal, necesitado de todo tipo de cuidados en su dí­a a dí­a. Sin embargo, esta persona que seguramente necesitaba de otros para su vida normal, no tuvo ningún impedimento para llegar a Jesús, porque no estaba solo. Tenía 4 amigos que sabí­an que Jesús podí­a hacer algo por él y no dudaron en llevarlo, no dudaron en conseguir su objetivo, a pesar de los inconvenientes del momento. Sabí­an que Jesús podí­a hacer algo por su amigo y no iban a parar hasta lograrlo.

Es posible que hoy tú puedas moverte con normalidad, pero tengas una área de tu vida paralizada que te impide hacer vida normal. Es posible que tú solo no puedes hacer nada. Pero seguro que cuentas con amigos que pueden ayudarte a salir de esa parálisis, que pueden llevarte a Jesús.

Hoy te invito a no vivir en parálisis, déjate llevar por tus amigos a Jesús para recibir tu sanación.