Se le acerca un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres puedes limpiarme» Marcos 1, 40

Éstas fueron las palabras de un leproso que se acercó a Jesús con absoluta desesperación. Los leprosos en la época no eran sólo personas enfermas, también personas excluidas de la sociedad. Personas que debí­an vivir fuera de las ciudades en lugares apartados y no debí­an acercarse a nadie.

Creo que no es difí­cil imaginar cómo debí­a sentirse: un apestado de la sociedad. Y, sin embargo, nos ofrece una gran lección.

Hoy en dí­a la lepra es una enfermedad no común, sin embargo, no está del todo erradicada. Pero existen otras «lepras» más comunes: falta de trabajo, situaciones familiares complicadas, rechazos… Cada uno puede poner nombre a la «lepra» que viva en su vida. Y esta persona nos muestra una solución. Él no podí­a hacer nada para solucionar su lepra, igual que quizás encuentras que ya has hecho todo lo posible de solucionar la tuya y no has encontrado solución. Esta persona se atrevió a acercarse a Jesús porque sabí­a que Él tiene autoridad para sanar y salvar y de rodillas en su desesperación le pidió ser sanado.

Hoy esta persona te invita a imitar su gesto. Ya has hecho todo lo que estaba en tu mano, acércate a Jesús con fe. Jesús se compadece de ti. Escucha tu clamor sincero. Quiere limpiarte, quiere liberarte.

No tengas miedo a acercarte a Él.