En ocasiones vivimos circunstancias que no sabemos cómo gestionar, sea porque nos superan, porque no tenemos fuerzas, porque son inesperadas, porque dudamos qué hacer… pueden ser miles las razones.

Normalmente nos esmeramos en buscar nuestra propia luz y es posible que podamos acertar, pero no siempre la luz que recibimos es la adecuada porque no contamos con todo el panorama de la situación.

Sin embargo, hay una luz con la que siempre podemos contar, que ante el miedo a la enfermedad o la situación económica incierta nos aporta confianza. Ante la duda de un futuro incierto, recibes la certeza de la esperanza. Ante la frustración y desesperación por proyectos truncados alcanzamos esperanza de nuevas oportunidades.

Podemos recibir la luz que ha venido a dar luz a todas las naciones: Jesús. Si damos permiso a Jesús, si le permitimos que sea nuestra luz podemos alcanzar confianza, esperanza, nuevas oportunidades…

Recibir su luz es relacionarse con Jesús. ¿Cómo? en la oración, a través de su palabra. Es pedir su ayuda y dejarnos guiar por Él. Confiar en que Jesús quiere lo mejor para cada uno de nosotros. Confiar y creer que quiere nuestro bien. Gracias Jesús por ser la luz que ilumina nuestras vidas.