«Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú nuestro alfarero: todos somos obra de tu mano.»

¿Quién puede pensar que somos fruto de la casualidad? Si te detienes a observar nuestra complejidad fí­sica, no puedes más que darte cuenta qué gran diseñador hemos tenido. Si te detienes a observar nuestra complejidad emocional y psíquica no puedes más que reconocer que tienes un Dios creador.

Tienes un Padre que te ha imaginado, que te ha pensado, que te ha modelado, que te ama. Un Padre que te toma en sus manos, te lleva y te sostiene. Somos creados por amor. Eres creado por amor.

Pero tus vivencias, experiencias en la vida, van modificando el diseño inicial, van dejando huella, van produciendo marcas y cambios, déjate seguir moldeando por tu Padre Dios que tapa los surcos y repara tus grietas.