Dice en el Salmo 46, 2: «Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro».
Así es, cuando damos permiso a que Dios actúe en nuestra vida es el refugio al que podemos acudir en los momentos difíciles. Es la fuerza, la mayor fuerza con la que podemos contar cuando las nuestras se agotan. Dios es nuestra fortaleza, nuestro protector, nuestra guía.
Pero debemos de darle permiso a actuar en nuestra vida. Cierra tus ojos o levántalos al cielo, pero da permiso a Dios para entrar en tu vida. Pídele que te acompañe o mejor, pídele que te ayude a dejarte ser acompañado por Él. ¡Cuenta con la fuerza más grande!