Está escrito «La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; pero si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras «Mateo 6, 22-23».

Es la forma con la que vemos las cosas lo que nos dice cómo nos encontramos. No es la circunstancia, sino cómo la veo. Dos personas distintas ante una misma situación pueden verla y por lo tanto, vivirla de forma diferente. Nosotros mismos, a lo largo de nuestra vida, al cambiar nuestra forma de ver las cosas nos hemos enfrentado de forma diferente a los problemas, por ejemplo ante una dificultad en el trabajo o en una relación personal. Siendo quizás la situación la misma, pero nosotros hemos cambiado la forma de ver las cosas.

¿Dónde conseguir esa luz? Todos intentamos buscar luz que nos ayude a ver cuál es el camino correcto, pero no todas las luces son iguales. Sólo una es la que ilumina todo como debe. Ésa es la luz de Jesucristo, a través de sus enseñanzas, de su vida. Es la luz que nos enví­a a través del Espí­ritu Santo, persona de la Trinidad con la que nos podemos relacionar. Pídele a Dios la luz para que tu cuerpo entero tenga luz.