El comienzo del evangelio de Juan inicia con unos maravillosos versí­culos llenos de profundidad. Dice que en el principio existí­a la Palabra, que todo se hizo por ella y que en ella estaba la vida, que era la luz de los hombres. Esta luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron. Y es que la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros: Jesucristo es la Palabra.

Estos mismos versí­culos son hoy eficaces y actuales. Jesús lleno de gracia y de verdad es la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Y puede iluminar porque las tinieblas no le vencieron. Más bien Él venció a la muerte a través de la cruz. Su Palabra sigue teniendo poder en la tiniebla actual de este mundo, en la tiniebla de nuestras vidas: nuestras dudas, fracasos, dolores…

Jesús puede iluminar porque Él es luz y puede darnos luz en aquellas circunstancias que no sepamos cómo actuar. Puede de nuestros fracasos mostrarnos enseñanza, hacernos crecer, ser más fuertes. Puede dar consuelo en circunstancias de dolor, puede en nuestro dolor darnos paz, fortaleza, sentido.

Sólo hay que reconocerla como piedra angular. Es posible que muchos quieran construir sus vidas no teniéndole en cuenta. Como dice el Salmo 118 en su versí­culo 22: la piedra que rechazaron los arquitectos es ahora la piedra angular. Es posible construir nuestras vidas sin Jesús, pero sin Él toda construcción tiene el peligro de caer porque Él es la piedra que sostiene todo, que da sentido a la vida.

Da permiso a Jesús para que sea la piedra angular en tu vida. Cuenta con Él.