En el capítulo 8 de Lucas se narra una llamativa historia sobre un hombre poseído que vivía entre los sepulcros. Es posible que hoy en día no sean comunes este tipo de circunstancias, pero sí es más común sentirse como podría sentirse este hombre. Vivir sin ser dueño de la propia vida ni de las propias decisiones, empujado, quizás, por otro tipo de demonios interiores: heridas, frustraciones, fragilidades, enfermedad, situaciones económicas adversas… circunstancias que nos hacen estar «poseídos» por ellas sometiendo nuestra voluntad y deseos.

De una u otra forma es posible que podamos vivir de esta manera en algún momento de nuestra vida.

Sin embargo, somos hijos de Dios, llamados a vivir en libertad y dignidad. A ser dueños de nuestras propias vidas, porque así nos ha hecho Dios: libres. Así nos quiere Jesús: libres. Él ha comprado nuestra libertad con su sangre. Ha pagado un alto precio.

Cuando Jesús liberó a este hombre hizo un gesto curioso: pregunta al demonio su nombre. Una vez identificado (que son muchos, por eso se llama Legión), lo expulsa de esta persona llamándolo por su nombre.

Jesús nos muestra cómo actuar para poder tomar el control de nuestras vidas en su nombre. Identifica el nombre de lo que te somete, de lo que te quita la libertad y pídele a Jesús que actúe en tu vida, que se haga presente, que te dé luz de cómo actuar, que te dé fuerza, sabiduría. Es posible ser libres. Estamos llamados a ser libres. La verdadera libertad que recibimos los hijos de Dios.

Atrévete a conquistarla.